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viernes, 4 de marzo de 2011

miércoles, 2 de marzo de 2011

Zapatones

Queridos todos, he llamado a la entrada zapatones porque soy fan de zapatones.
Cuando juega en el casino, soy fan de zapatones, cuando se mete el dedo en la oreja, soy fan de zapatones; cuando se mete el dedo en la nariz, soy fan de zapatones, cuando se mete con la prensa, soy fan del sabio de hortaleza, cuando le grita a reyes, soy fan de Luis Aragones.

Y Quique deberia ser director deportivo, y de presidente un fondo de accionistas de Pikolin o un Indio de la India. Ya se, ya se es hindu y de Jaen, Jandu (esta frase podría ser de Luis aragones perfectamente)


Besos a todos.

martes, 22 de febrero de 2011

A LA AFICIÓN Y SEGUIDORES DEL ATLÉTICO DE MADRID




Transcripción literal de la página Atléticos por el cambio:

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A LA AFICIÓN Y SEGUIDORES DEL ATLÉTICO DE MADRID

Papá, ¿Por qué somos del Atleti? Así comenzaba una nefasta campaña de publicidad, que sirvió para el escarnio y burla de nuestros rivales, y para humillación de nuestros seguidores. El encargo de dicha campaña sólo podía realizarse por enemigos del Atlético o por aquellos que no sintiendo nuestros colores (probablemente por desconocimiento de nuestra historia), pagaron tamaño desatino.

Nuestra historia es limpia y repleta de títulos. Un grupo de estudiantes vascos afincados en Madrid quisieron y lograron crear un club cuya base eran estudiantes universitarios. Dicha base se amplió posteriormente con la incorporación de una gran masa popular, que quería diferenciarse del otro equipo de Madrid, el Real, club siempre más favorecido por los grandes poderes fácticos.

Nuestro club más jovial y popular fue creciendo y en 1929, inauguró el mejor campo de España por entonces, el Estadio Metropolitano, que luego compramos.

Después de la contienda civil española, el Atlético pasó a ser el Atlético Aviación y conseguimos los dos primeros títulos de liga. A finales de los años 40 y principio de los 50, el Atlético revolucionó el fútbol en España, se fichó a Helenio Herrera, el mejor entrenador del momento en Europa, y se trajo de Francia a Marcel Domingo y a Ben Barek; estos conjuntamente con una pléyade de grandes jugadores canarios, volvieron a ser doblemente campeones. Eran los tiempos de la delantera de seda.

En los años 60, bajo la presidencia de Javier Barroso, ex jugador del Atlético y arquitecto, ganamos dos Copas de España venciendo al eterno rival, el Madrid de los Di Stéfano, Puskas y Gento; ganamos igualmente la Recopa de Europa. Fue la gran época de los Peiró, Collar, Mendoza y Grifa.

Con la llegada de Vicente Calderón, nuestro gran presidente, el club llegó a lo más alto del fútbol nacional e internacional. Con él al frente de la nave atlética, conseguimos cuatro Ligas, cuatro Copas, una Copa Intercontinental y varias finales europeas, aquella época era en la que el Atlético disputaba siempre la Liga al Real y al Barcelona; de aquel equipo formaban parte nuestros internacionales Ufarte, Luis, Gárate, Adelardo, Calleja…

En 1987 llega a la presidencia Jesús Gil. En su mandato hubo luces y sombras, más de estas que de las otras; el doblete, el mayor mérito, el trágico descenso, la culminación de toda una serie de despropósitos.

El Atlético a partir de entonces dejó de ser un club deportivo propiedad de sus socios para convertirse en una empresa familiar, al servicio de los intereses y caprichos de la misma.

El club se convirtió en sociedad anónima en 1992 y fue adquirido sin que los compradores pagaran un solo céntimo, es decir, se quedaron con el club gratis, como así estimó la sentencia del Tribunal Supremo de junio de 2004, que calificó la compra como delito de apropiación indebida. Por lo que los actuales propietarios son ilegítimos de origen.

Bajo el mandato de Miguel Ángel Gil, el Atlético se ha convertido finalmente en una agencia de compra y venta de jugadores, cuyos grandes beneficiarios, han sido determinados agentes y los comisionistas de tales trueques y tejemanejes. Vendemos lo mejor de nuestra cantera, estamos endeudados en torno a los 400 millones de euros y por último hemos vendido nuestro estadio, sin que hayamos obtenido ni un solo euro de plusvalía con la que hubiera sido posible poder enjuagar parte importante de nuestras pérdidas, como así prometieron a los socios y abonados.

A todo este desastre gerencial hay que sumarle la última negociación de los contratos televisivos, donde aceptamos que el Madrid y el Barcelona ingresen cuatro veces más que nosotros, es decir, renunciamos claramente a competir.

Mucho nos tememos que cuando llegue el mes de julio, una vez cobradas las cuotas de los abonos, nuestros mejores futbolistas sean puestos en el mercado, aprovechando dichas fechas en las que la afición está de vacaciones y sin capacidad de movilización.

El desprecio de los actuales gestores con los socios, abonados y seguidores empieza a ser temerario.

Las masivas protestas que hoy en día estamos presenciando, bien visibles en el tablero internacional, muestran claramente el poder de los movimientos sociales espontáneos, en un entorno de comunicación digital, los actuales dirigentes de nuestro club enseñoreados al poseer la mayoría de las acciones no deberían despreciar con altivez, los sentimiento profundos de una gran mayoría de atléticos hartos ya de su impericia para dirigir nuestro club. Torres más altas estamos viendo caer en estos días.

Ha llegado el momento de la afición. Perdimos la condición de club para ser una sociedad anónima por desidia, que una nueva desidia no nos lleve a la desaparición del club, que luego lloraremos.

Es la hora del “basta ya”, de manifestarse, de dejar oír nuestra voz en el campo partido tras partido. Somos la afición los que compramos los abonos, pagamos el pay per view, adquirimos las camisetas y el merchandising para nuestros hijos y familiares; en definitiva somos los que sostenemos el 90% del presupuesto del Atlético de Madrid.

Ellos sin nosotros no son nada. El Atleti sin ellos será mucho más.

¡ATLÉTICO ÚNETE A NOSOTROS PARA DEMOCRATIZAR EL CLUB Y DEVOLVÉRSELO A SUS AUTÉNTICOS PROPIETARIOS!

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Sería interesante entrar y firmar en Atléticos por el cambio. Entre los firmantes están José Luis de Acha (abonado, nieto del fundador de Atlético de Madrid), Javier Albert Luque (hijo del fundador del Atlético de Madrid de Balonmano y exjugador de Atlético), Gonzalo Calderón Bedoya (Nieto de Vicente Calderón), Vicente Calderón Suárez o Manuel Calleja Bravo (abonado, director de Rugby Atleti ACDS).

La bufanda verde y oro aquí: Señales de humo,
y su explicación aquí: Artículo Rubén Uría

ESTAMOS LOCOOOOOS…!!!©2000 by parawallo




lunes, 17 de enero de 2011

Solo esta semana.

Me conformo con poco, una semana. Y de esta semana solo con un partido de los tres, el del jueves. Y no con la intención de ganar el título, sino solo con eliminar al rival. Si se produce, la temporada no habrá pasado sin pena ni gloria, si los eliminamos, puede que el año sea igual para todos los de esta ciudad.

A POR ELLOS, sin delanteros, sin centrocampo, sin ideas, sin defensa, solo queda una cosa A POR ELLOS.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Un grande que se nos va



Fallece Juan Carlos Arteche


El ex futbolista Juan Carlos Arteche, cuatro veces internacional y que militó en el Racing de Santander y en el Atlético de Madrid, ha fallecido esta madrugada en Madrid tras una larga enfermedad a la edad de 53 años.

Arteche, nacido en la localidad cántabra de Maliaño, debutó en Primera División en 1975 en las filas del equipo de su tierra, el Racing. Tuvo como compañeros de quinta a los también formados en las categorías inferiores cántabras Marcos Alonso y Quique Setién, con quienes también coincidió en el Atlético de Madrid. En 1978 fue traspasado al equipo colchonero, donde alcanzó la internacionalidad y ganó dos título: la Copa del Rey de 1985 y la Supercopa de España del mismo año.

Tras disputar más de 350 partidos en Primera, en los que anotó 20 goles, una disputa con el entonces presidente del Atlético, Jesús Gil y Gil, le llevó a verse apartado del equipo, lo que le obligó a retirarse prematuramente en 1989, a los 32 años de edad. A causa de su marginación en el Atlético de Madrid, interpuso junto a tres compañeros una demanda contra Gil por despido improcedente. Aunque la ganaron, no volvieron a vestir de rojiblanco. Como ex futbolista, siguió vinculado al mundo del deporte como comentarista de radio y televisión.



ESTAMOS LOCOOOOOS…!!!
©2000 by parawallo

jueves, 7 de octubre de 2010

Un relato con sentimiento




Relato del presidente de la junta de andalucía publicado en AS

Eramos dos hermanos. En realidad éramos cuatro, pero mis hermanas no iban al fútbol. Lo hacíamos nosotros dos con nuestro padre. El fútbol nos evadía de aquellas semanas que empezaban el lunes y que no terminaban hasta el sábado ya bien vencida la tarde. Vivíamos entonces en esa certidumbre que convierte el futuro en una historia ya contada. Era como si los merecimientos estuvieran muy por encima de lo recibido, como si la vida se hubiera olvidado de las oportunidades. Sólo los veranos conseguían acercarnos un poco a lo imprevisible, a lo que encerrábamos en nuestros sueños. Pero los domingos de aquellos inviernos interminables había fútbol. Y eso cambiaba las cosas aunque fuera sólo por unas horas.

Aquel día mi padre lió dos cigarrillos más de los que cabían en la petaca. No fue un cálculo equivocado ni una distracción. Durante unos instantes los dos pitillos quedaron sobre la página del periódico entre los restos de la picadura. Luego encendió uno y se metió el otro en el bolsillo superior de la chaqueta. "Éste, dijo, para celebrar el primer gol de Enriquito Collar". Cuando pronunció la palabra gol le salió de la boca un torrente de humo como si con él hubiera querido empujar el balón hasta el fondo de la red. Jugábamos contra el Madrid de Di Stéfano. Mi madre se lo debió imaginar al ver que habíamos comido atropelladamente. Así que, mientras nos metía los bocadillos en el bolsillo del abrigo, mirando con sorna a mi padre, apostilló: "Ese Gento es mejor que Collar, ¿verdad?" Mi hermano y yo abucheamos sus palabras mientras nos poníamos el abrigo, los guantes de lana y el pasamontañas.

Era febrero y hacía ese frío intransigente del Madrid de los años cincuenta. La glorieta, en las primeras horas de la tarde del domingo, parecía abandonada; como si la gente hubiera querido cerrar los ojos ante la inminencia del lunes. Su quietud sólo se rompía, de vez en cuando, por algunas parejas que, andando con la lentitud de quienes saben que el destino no se mueve, iban al cine de La Flor. Al bajar las escaleras del metro, dirección Cuatro Caminos, solo se oyeron nuestros propios pasos, mucho más acelerados que los días de colegio, y los nombres, cantados a dúo, de la alineación de aquel Atleti: desde Pazos, en la portería, a Collar, en el extremo izquierdo.

El Metropolitano era un campo casi subterráneo cavado en un desmonte. Nosotros, que éramos socios sin asiento, íbamos a la zona del Gol Sur donde la parte más alta de las gradas estaba ras por ras con la calle de atrás del estadio. Éramos los aficionados más constantes y nos concentrábamos en ese recinto que iba bajando desde ahí hasta dar en un ligero terraplén que venía a separar nuestra zona de la de los abonados que veían sentados el partido. Mi padre, al igual que hacían sus amigos con sus hijos, nos pasaba la valla para poder sentarnos delante de ella, en el desmonte, y ponernos así a resguardo de las avalanchas que solían producirse. En ese espacio fronterizo nos reuníamos un puñado de niños. Nos sentábamos en el suelo, sobre un pañuelo que llevábamos con solo ese propósito y hacíamos grupo según las afinidades que se habían ido delatando partido a partido. Los distintos jugadores rojiblancos eran los que servían para forjar amistades entre nosostros. Pero todos nos uníamos en la intransigencia con lo que sentíamos como más irreconciliable con nuestros sentimientos. Y eso para todos nosotros era el Madrid. El que, precisamente, se medía a nuestro Atleti en esa fría tarde de febrero.

No sé qué fue lo que me hizo ponerme de pie a los pocos minutos de empezado el partido. Fue una escapada de Collar que desbordó a su marcador por la banda. Probablemente me acordé del cigarro que mi padre había guardado en el bolsillo. El caso es que, tras el centro del extremo, el balón rebotó en Marquitos y quedó a los pies de Molina que, sin pensárselo dos veces, lanzó un cañonazo que entró, por alto, en la portería del Madrid. Casi al instante estábamos todos dando saltos de alegría y gritos de júbilo, mientras los que teníamos a nuestras espaldas trataban de resistir la avalancha que inexorablemente provocaba cada gol del Atleti. Cuando nos volvimos a sentar, mi amigo Juan, del que mi madre solía comentar que era un jaimito, dijo frotándose las manos: "Vaya golazo de Paco". Nunca le había oído a nadie llamar Paco a Molina. Así que le corregí: "No ha sido Paco; ha sido Molina, el número 8, ¿no lo ves?". "Pues eso, me contestó: Paco. Paco Molina". Me sorprendió esa intimidad de Juan con el interior derecho rojiblanco. "¿Y por qué sabes tú que se llama Paco?", le pregunté con cierto malhumor. "Porque mi abuelo era amigo de su padre". Me pareció el colmo de los embustes: "Vete ya! Si Molina es chileno y tus abuelos son catalanes". "No es así. Molina es español y sus padres y abuelos también. Pa que te enteres, listo". "Te lo has inventado", dije para zanjar la discusión. Me iba a contestar cuando una internada de Miguel estuvo a punto de terminar en el segundo gol. Ahí quedó la cosa.

El partido terminó con el único gol de Molina y la victoria del Atleti sobre el Madrid. A pesar de que hacía mucho frío no quisimos hacer cola para coger la camioneta que llevaba a Quevedo. Preferimos andar hasta el metro de Cuatro Caminos. Entonces no se jaleaban las victorias como ahora. Al acabar el encuentro volvía a hacerse presente la inminencia del lunes y los movimientos se hacían más lentos y las formas más grises, como si se estuviera ensayando el mundo inerte de los días laborables.

El bulevar de Reina Victoria había sido bautizado como La Senda de los Elefantes porque, al término de los partidos, lo recorríamos los aficionados del Atleti dando trompadas. Aquella fue, en cambio, una tarde distinta y el tono oscuro de los abrigos se veía más alegre con las risotadas de los aficionados. Todos tratábamos de prolongar una victoria que sería pronto un recuerdo. En varios balcones se podía ver un movimiento de visillos y por la acera central mi padre nos llevaba a mi hermano y a mí de la mano y juntos comentábamos las jugadas más emocionantes. Las recreábamos convirtiendo a sus protagonistas en héroes. Le pregunté a mi padre por el pitillo que se había guardado en el bolsillo y, como me esperaba, se lo había fumado. "Pero el gol, le dije, no fue de Collar sino de Molina". "Bueno, contestó, pero la jugada fue de Enriquito. Y tápate la boca". No le hice caso y volví a tirar hacia abajo del pasamontañas: "Papá, ¿a que Molina es chileno?". Mi padre se me quedó mirando un buen rato sin saber qué contestar. Se demoró meditando la respuesta y al final concluyó: "Es verdad que ha jugado con la selección nacional de Chile, pero es español". "¿Y cómo es eso?", volví a preguntar. "Comiendo", dijo mi padre. Ni una palabra más.

Quise hacer un nuevo intento en el metro pero el ruido me impidió hacerme entender. Además iba tanta gente en el vagón que mi padre no podía agacharse para hablarme. Así que di por zanjada la cuestión. Sólo volví a ello en otros partidos en los que, al salir a colación el nombre de Molina, yo, para dármelas de entendido, solía llamarlo por su nombre de Paco.

Al poco de aquella victoria sobre el Madrid, creo que fue en la temporada siguiente, Molina regresó a Chile y yo sentí una inexplicable sensación de pérdida, como si me hubiera dejado un amigo. Su generosidad en el terreno de juego, su forma de hacer todo fácil lo hacían, es verdad, poco visible. Pero el Atleti, sin él, parecía distinto, un poco más distante. Sólo pude recuperar ese ritmo categórico de las alineaciones aprendidas de memoria cuando Adelardo se hizo dueño del 8 que dejó Molina. Pero, todavía hoy, suelo recordar a aquel interior derecho que fue siempre oscurecido por la fama de otros delanteros; a aquel Paco Molina que, con sólo nueve años, esto lo supe mucho más tarde, se vio en la necesidad de embarcar en Francia, a bordo del Winnipeg, donde su familia pudo huir de la saña del fascismo. Desde entonces y hasta muchos años después Madrid fue, como dijo Dámaso Alonso, una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas). Sólo mi Atleti, los veranos en la sierra y el cine de programa doble me permitían soñar con los imposibles que luego llegaron.


ESTAMOS LOCOOOOOS…!!!©2000 by parawallo

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Copa del Rey



Dieciseisavos de la Copa del Rey:
Universidad de Las Palmas - Atlético de Madrid

ESTAMOS LOCOOOOOS…!!!
©2000 by parawallo

Sobre Ujfalusi, Messi y el juego limpio






ESTAMOS LOCOOOOOS…!!!
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